Hoy había quedado con Elio para cambiar los cristales delanteros de la T-1 que estaban estropeados, por eso me fui de cacería con la furgo. De los cristales 50% de efectividad, el primero se pudo poner perfecto, pero al sacar del marco el segundo para ponerlo en la furgoneta, se estalló y no lo pudimos poner.
En el medio del barranco nos encontramos los restos de un Toyota que se llevó la riada y dejo un amasijo de hierros impresionante rodeando un arból.
Pasamos un calor tremendo, el termómetro a la sombra marcaba 36º y a las diez dimos por terminada la cacería.
Solo vimos 1 conejo, que el perro que lo encontró fue Otto, el perro de la cuadrilla.
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