Las vistas quitan el aliento, un poco antes de la cumbre al calm Ramonet , nos encontramos una sorpresa.
Solitaria, rodeada de rocas, se alza una furgoneta Volkswagen T1 que duerme, oxidada y atravesada por los disparos de algunos cazadores.
Los restos de un vehículo como éste sorprenden en un contexto tan desolado, donde la presencia humana no es frecuente fuera de los meses de verano. Genera sorpresa y expectación, como el descubrimiento de los restos de un barco hundido en medio del océano.
En los años setenta ya estaba allí, la historia de esta Volkswagen T1 del año 57, en la década de los setenta, cuando se hacían las primeras excursiones organizadas al Pic Negre, sobre todo con turistas franceses, los organizadores tuvieron la idea de plantar la furgoneta hippy en este punto a modo de cabaña o refugio.
Subirla no fue fácil, ya que el acceso era mucho más difícil que ahora. La arrastraron con un Jeep Willis de la Segunda Guerra Mundial, que había pertenecido al ejército francés (en aquella época en corrían algunos por Andorra, llevados a través de la frontera). Una vez plantada la furgoneta, guardaban embutidos, licores y alimentos para ofrecer a los turistas sedientos.
Y allí se quedó, hasta nuestros días, como un testigo mudo del paso del tiempo.
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