El otro día casi por casualidad, encontré en el centro de La Laguna los restos de una t1 cabina sencilla.
Por supuesto que enseguida fui a preguntar por los restos de esa t1 a todos los vecinos del lugar, además por los intermitentes se veía que era un modelo anterior a 1.964, año en el que cambiaron los intermitentes.
Resulta que nadie había visto antes esta furgoneta porque se encontraba totalmente escondida debajo de una enorme enredadera, y justo el día anterior la habían quitado para limpiar el lugar.
Ya no quedaba nada que se pudiera recuperar de esa furgoneta.
Hasta encontramos los restos de una rata asomada a la ventana del conductor.
Al final encontré al dueño de esa furgoneta, y comenzó una nueva investigación.
Resulta que hace 40 años, el anterior propietario se cansó de esta furgoneta, y la dejo aparcada junto a su casa, cuando la dejó, se encontraba en perfecto estado, al cabo de unos años le quitó el motor y se lo vendió a un amigo, y poco a poco se cubrió de plantas y allí quedó olvidada.
Así que ya que no había nada que salvar, le pedí permiso al dueño para quitarle el morro a esa t1, me pillé la radial, y manos a la obra.
Y con la ayuda de Agustín que llegó al lugar casi cuando ya yo había terminado el trabajo, pudimos separar el morro del resto de la furgoneta.
Aquí estamos junto a su único dueño, nos contó muchas aventuras con su furgoneta, desde llevar dos vacas en la zona de carga casi a diario, a dar 3 vueltas de campaña bajando por una montaña y no pasarle nada, hasta una fuga de la policía por no tener el permiso de conducir por la montaña del Púlpito.
El próximo destino de este morro, será el cabecero de cama de mi habitación.
Pronto de estos restos no quedará nada.
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