Dicen que los mitos surgen cuando se fallece de manera sorpresiva y antes de tiempo. Cuando estás en la cúspide del éxito y pareces inmortal. Cuando te veneran. Cuando confías tanto en la vida, que no temes a nadie.
Así debió suceder ese fatídico día. Cuando el Spyder decidió acoger en su seno a Dean y tomaron aquella curva. La última, que iban a compartir, este también conocido como el modelo en el que falleció James Dean. Un aciago 30 de septiembre de 1955.
Un coche que llegó dispuesto a barrer los datos de su antecesor, el pequeño 356 Speedster. Y al que un terrible hecho, terminó barriéndole a él. El rompecorazones de Hollywood James Dean se dirigía a una carrera de coches en Salinas, California, cuando un estudiante universitario de 23 años de edad, se desvió hacia el carril de Dean. La colisión fue de frente.
Dean fue declarado muerto a las pocas horas, a las 5:50 pm. Sucedió el 30 de Septiembre de 1955. James conducía hacia una carrera en Salinas (California) acompañado por un mecánico. Hacía sólo una semana que había comprado el Porsche 550 Spider apodado "Little Bastard". Con el número 130 pintado en sus puertas, estaba listo para tomar parte en la competición a la que se dirigía y a la que nunca llegó.
No faltan detalles sobre la cronología del fatal accidente. A las tres y media de la tarde, el actor es multado por exceso de velocidad. A las cuatro para en la localidad de Blackwells para comprar una coca-cola y una manzana. A las seis menos cuarto, James Dean llegaba a la incorporación de la 446 con la 41 en Cholame. Donald Turnipseed, un joven estudiante al volante de un Ford Business Coupe de 1950, debía ceder el paso, pero quizá por no distinguir al pequeño y veloz spyder de color gris, casi mimetizado con la carretera, colisionó a gran velocidad con él.
El destino quiso que allí falleciera la estrella, en el acto y entre el amasijo de chatarra en que quedó convertido su pequeño bólido. Su acompañante, el mecánico alemán Rolf Weutherich, desplazado por Porsche a Estados Unidos para ofrecer asistencia oficial a los clientes de coches de carreras, tuvo mejor suerte. Salió despedido en el impacto y sufrió fracturas de clavícula y en una pierna. Como relató más adelante, las últimas palabras del actor fueron “tranquilo, ese tío nos ha visto”.
Pero a pesar de que el Porsche 550 Spyder de James Dean quedó inservible, Pequeño Bastardo iba a seguir haciendo honor a su nombre. Los componentes mecánicos que habían quedado intactos podían dar juego para otros coches de carreras y un taller de Chicago compró el siniestro completo tres años después con el fin de desguazarlo. Cuando el camión que lo transportaba llegó al taller y comenzaron a bajar el coche de él, una de las cuerdas que lo sujetaban se rompió, cayendo sobre un mecánico al que rompió las piernas. El motor se instaló en otro Porsche de carreras y el cambio corrió la misma suerte en otro coche más. Sin embargo, el destino iba a juntarlos de nuevo fatalmente cuando ambos colisionaron entre sí en una competición y fallecieron sus dos pilotos.
Por su parte, las ruedas traseras también se aprovecharon y fueron montadas en otro deportivo. En plena carrera estallaron al mismo tiempo, provocando otro accidente. El piloto salvó la vida, pero pasó varias semanas en coma. Todavía hay más. Uno grupo de mecánicos decidieron reconstruir el coche en el que la estrella había perdido la vida. Comprando la chatarra y los componentes mecánicos, lo repararon y reconstruyeron casi todo. Pero entonces el taller donde guardaban el coche se incendió.
El comentario de que aquel coche estaba maldito se extendió como la pólvora. Tras reparar los daños producidos durante el incendio, un museo de Sacramento lo adquirió para añadirlo a su colección, destinada a mostrar las consecuencias de los accidentes de tráfico. Un día, mientras un joven lo observaba, Pequeño Bastardo se cayó de su pedestal y le rompió la cadera. Finalmente sus dueños decidieron deshacerse de él, pero cuando el camión que lo llevaba se dirigía a un desguace en Nueva Orleans fue alcanzado por un coche. El conductor del turismo salió despedido, falleciendo bajo las ruedas de Little Bastard.
¿Casualidad? ¿Maldición? Difícil de asegurar. Elementos que, en cualquier caso, alimentan la leyenda de este precioso deportivo… cuyos restos están ahora repartidos en manos de coleccionistas de todo el mundo.
Estupendo reportaje. Felicidades ¿Para cuándo el del squareback de Marylin Monroe?
ResponderEliminarSalu2,
Alberto