domingo, 28 de agosto de 2016
Fin de nuestra Aventura.
Después de desayunar y bañarnos en Playa Mujeres, fuimos a Papagayo, unas playas paradisíacas de arena blanca y mar cristalino, donde por supuesto continuamos con nuestros baños.
Luego continuamos a la zona del Golfo, Charco Verde, las Salinas, y así de veían desde nuestra t1.
Nos encantó la zona de los Hervideros, unos acantilados y cuevas en al mar, que se pueden visitar y ver todos los acantilados desde arriba.
Paramos en Costa Teguise, junto al barco encallado, lleva 30 años encallado en la costa el barco Telamón, hacia dónde fue arrastrado tras abrirse en el buque una vía de agua durante un viaje entre Costa de Marfil y Tesalónica.
Pocos son los que recuerdan la playa de la Disa sin semejante monumento marino, cuya historia y recuerdo se ha convertido para los lanzaroteños en parte de una leyenda particular la del hundimiento del Telamón.
Hace 30 años, encallaba en la zona de Las Caletas de Arrecife un buque de carga griego llamado “Telamon”, aunque su nombre inicial era Temple Hall.
El buque encalló como consecuencia de una vía de agua en el casco, producida durante su viaje desde San Pedro (Costa de Marfil) a Tesalónica con un cargamento de troncos.
Para evitar que se hundiera en el mismo muelle capitalino, lo arrastraron hasta la zona en que actualmente se encuentra, donde se terminó de partir para quedar en la posición inclinada en la que sigue en la actualidad. De hecho, hoy día pocos podrían imaginarse esa parte del litoral capitalino de otra manera.
Es un barco muy visitado por submarinistas, y por la gente del lugar, que no dudan en subir a él por una escala que tiene en el centro del barco, luego introducirse por una escotilla, caminar por la cubierta y lanzarse al agua desde la parte más alta del barco. Un auténtico peligro.
Nosotros no hicimos casos a los consejos de los lugareños sobre lo peligroso que es realizar esa excursión, ni a las veces que acude la ambulancia a socorrer a los que se deciden a subir, que nadamos y subimos al barco,paseamos por su interior, y nos lanzamos al agua, fue un poco peligroso, el suelo se caía a cachos, pero las vistas de la bodega del barco merecieron la pena.
Al final pasamos la noche en Las Caletas.
No podía faltar la pegatina de recuerdo de este viaje.
Ya casi no hay hueco en ese cristal, menuda t1 viajera.
Pero el hueco de La Palma, está guardado.
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